La desaparición de Adolfo Anatolio Esperiguín, un hombre de 67 años con demencia senil, conmovió a su familia y movilizó a su comunidad en Derqui. Durante 16 años sus hijos nunca dejaron de buscarlo, recorriendo fiscalías, hospitales y comisarías en un intento desesperado por encontrarlo.
Sin embargo, la verdad resultó tan impactante como desgarradora: Adolfo había fallecido el mismo día de su desaparición, el 30 de octubre de 2009, tras ser atropellado por un tren. Su cuerpo estuvo enterrado como NN en el cementerio de José C. Paz, a tan solo cinco kilómetros de su casa.
Lorena Esperiguín, hija de Adolfo, relató cómo las fallas en la investigación contribuyeron a prolongar la agonía de la familia durante 16 años. “Las fiscalías de Pilar y San Martín (donde se tramitó la causa por el deceso de un hombre al ser arrollado por el tren) tenían el dato de que una persona con la misma descripción había muerto en las vías ese día, pero nunca nos informaron nada”, explicó. La familia también enfrentó obstáculos burocráticos, como errores en el documento de identidad de Adolfo, que complicaron aún más su identificación.
Adolfo había salido de su casa sin documentos, y aunque fue visto cerca de la estación de tren, la búsqueda inmediata no dio resultados. “Siempre creí que las órdenes de búsqueda incluían hospitales y otras instituciones, pero no fue así”, lamentó Lorena en diálogo con Pilar de Todos.
La mujer se conmueve hasta las lágrimas al recordar el día de la desaparición de su papá, un hombre que se desempeñaba como albañil, hasta que su enfermedad lo obligó a retirarse.
“Mi papá tenía el cuerpo de un hombre de 20 años, pero la mente no. Padecía lagunas, se desorientaba por su enfermedad. Vivía con nosotros desde 10 años antes de su desaparición, y siete años después comenzaron sus síntomas”, recordó Lorena.
Ese fatídico día de 30 de octubre de 2009, Lorena salió de su casa hacia su comercio, una librería en Derqui. Dejó a su papá en su casa, con uno de sus nietos. Repentinamente se fue de la vivienda y no se supo más nada de él.
No era la primera vez. Con anterioridad el hombre había estado desaparecido tres días, para luego ser encontrado caminando por las vías del tren.
“Siempre pedí ayuda para mi papá, sabía que quizá tenía que estar en un lugar más controlado, pero nunca nadie me escuchó”, lamentó Lorena, quien junto a sus hermanos jamás bajó los brazos para poder dar con su papá.
Las fallas judiciales
La mujer contó que una serie de gravísimas fallas judiciales impidieron saber la verdad en su momento, lo que estiró la agonía y también la esperanza por encontrarlo con vida durante 16 años.
“Yo había dejado a mi papá bañado y cambiado, por eso sabía exactamente la ropa que llevaba. Esa descripción fue clave para encontrarlo, pero en su momento nadie la tuvo en cuenta. En una comisaría de San Martín se recibió la información de un hombre de 70 años fallecido en las vías del tren en José C. Paz, de pelo canoso, como el de mi papá, vestido con bermudas y ojotas. Todo lo mismo que yo había indicado en la búsqueda. Pero increíblemente nadie cruzó esos datos”, continuó la mujer.
Otro aspecto que evitó la resolución del caso fue que en la mayoría de las búsquedas que realizaba la Justicia o la propia Policía, buscaban al hombre con nombre y apellido, pese a que no tenía DNI al desaparecer, e incluso se determinaban fechas que dejaban afuera ese 30 de octubre.
La resolución del caso llegó en noviembre de 2024.
Ella y sus hijas se encontraron de casualidad, en Mar del Plata, con Hernán Gandolfo, un tiktoker que difunde historias de vida.
Las hijas de Lorena ya la habían intentado convencer para que haga público el caso de su abuelo.
El destino quiso que mientras caminaban por la peatonal de Mar del Plata se encuentren.
Ella contó su historia y el video se difundió.
El relato llegó a la Dirección Provincial del Registro de Personas Desaparecidas de la provincia de Buenos Aires, que en tan solo 9 días, sí 9 días, logró determinar lo que había pasado con el hombre, cruzando los datos como corresponde y usando un método de verificación de huellas dactilares.
“Alejandro Incháurregui (Director del área) nos contactó para ayudarnos. Días después fuimos a La Plata, porque teníamos que llevar el DNI de mi papá, pero ya sabían lo que había pasado. Nos recibieron con una calidad humana impresionante. Nos explicaron que mi papá había estado enterrado como NN en el cementerio de José C. Paz desde 2009, a menos de 5 kilómetros de donde vivimos. Jamás pensé que mi papá podía estar muerto, quizá en la calle, en un psiquiátrico, en un hospital en coma, pero nunca muerto”, contó Lorena.
“Aunque ahora sabía que mi papá había muerto, el consuelo fue saber que finalmente podríamos despedirlo”, dijo entre lágrimas.
“De hecho, en el caso de los NN a los 4 años el cuerpo se exhuma y se destina a una fosa común, pero no fue el caso, pudimos despedirnos”, siguió la mujer, quien busca que su caso sirva para que situaciones así no sean vividas por otras familias. La próxima fecha que tenían en el cementerio para exhumar el cuerpo era el 1ro. de diciembre, ellos pudieron saber todo una semana antes y así despedirlo.
“Yo todos los años iba a preguntar a la fiscalía si había novedades, pero nunca obtuve respuestas. Lo que quiero es que este caso sirva como precedente, que no le pase a otras personas, que se modifiquen los protocolos, que la información se cruce como corresponde”, insistió.
Tras conocer la verdad, la familia se trasladó al cementerio para despedir a Adolfo. A pesar de los años, su tumba había sido preservada. “No tenía una cruz ni una placa, pero al menos pudimos despedirnos, no pude darle un último beso como sí puede mucha gente, o verlo por última vez. Pero sí despedirlo y darle un lugar digno para descansar”, relató Lorena.
“Mi papá estuvo esperando 16 años por justicia. Ahora, finalmente, puede descansar en paz”, cerró la mujer.